Carta a Lady Welby
Desde sus primeros escritos Peirce rechazó tajantemente tanto el dualismo cartesiano como la tesis de Locke de que todo pensamiento era percepción interna de ideas. El ariete de toda su reflexión es la comprensión de la estructura triádica básica que conforma la relación lógica de nuestro conocimiento como un proceso de significación. La función representativa del signo no estriba en su conexión material con el objeto ni en que sea una imagen del objeto, sino en que sea considerado como tal signo por un pensamiento. En esencia, el argumento es que toda síntesis proposicional implica una relación significativa, una semiosis (la acción del signo), en la que se articulan tres elementos:
1) El signo o representamen (que es el nombre técnico que emplea Peirce), es «algo que está para alguien en lugar de algo bajo algún aspecto o capacidad. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o quizá un signo más desarrollado. Ese signo creado es al que llamo interpretante del primer signo. Este signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de algo no en todos sus aspectos, sino sólo en relación con alguna idea a la que a veces he llamado la base (ground) del representamen» (CP 2.228, c.1897).
2) El objeto es aquello por lo que está el signo, aquello que representa.
3) El interpretante es el signo equivalente o más desarrollado que el signo original, causado por ese signo original en la mente de quien lo interpreta. Se trata del elemento distintivo y original en la explicación de la significación por parte de Peirce y juega un papel central en toda interpretación no reduccionista de la actividad comunicativa humana. Este tercer elemento convierte a la relación de significación en una relación triádica —frente a todo dualismo cartesiano o estructuralista post-saussureano—, pues el signo media entre el objeto y el interpretante, el interpretante relaciona el signo y el objeto, y el objeto funda la relación entre el signo y el interpretante.
Todo signo es un representamen. Representar es la operación más propia del signo, es estar en lugar del objeto «como el embajador toma el lugar de su país, lo representa en un país extranjero». Representar es «estar en una relación tal con otro que para un cierto propósito es tratado por una mente como si fuera ese otro. Así, un portavoz, un diputado, un agente, un vicario, un diagrama, un síntoma, una descripción, un concepto, un testimonio, todos ellos representan, en sus distintas maneras, algo más a las mentes que los consideran» (CP 2.273, 1901). Pensar es el principal modo de representar, e interpretar un signo es desentrañar su significado. El representamen no es la mera imagen de la cosa, la reproducción sensorial del objeto, sino que toma el lugar de la cosa en nuestro pensamiento. El signo no es solo algo que está en lugar de la cosa (que la sustituye, con la que está en relación de «equivalencia»), sino que es algo mediante cuyo conocimiento conocemos algo más. Al conocer el signo inferimos lo que significa. El representamen amplía así nuestra comprensión, de forma que el proceso de significación o semiosis llega a convertirse en el tiempo en un proceso ilimitado de inferencias. Por ello los signos no se definen sólo porque sustituyan a las cosas, sino porque funcionan realmente como instrumentos que ponen el universo al alcance de los intérpretes, pues hacen posible que pensemos también lo que no vemos ni tocamos o ni siquiera nos imaginamos.
Las personas o intérpretes son portadores de interpretantes, de interpretaciones. El signo crea algo en la mente del intérprete, y ese algo creado por el signo, ha sido creado también de una manera indirecta y relativa por el objeto del signo. En este sentido, puede decirse que la aportación capital de Peirce consiste en poner de manifiesto que, si se acepta que los procesos de significación son procesos de inferencia, ha de aceptarse también que la mayor parte de las veces, esa inferencia es de naturaleza hipotética («abductiva» en terminología de Peirce), esto es, que implica siempre una interpretación y tiene un cierto carácter de conjetura. Nuestra interpretación es siempre falible, esto es, puede ser siempre mejorada, corregida, enriquecida o rectificada.
1) El signo o representamen (que es el nombre técnico que emplea Peirce), es «algo que está para alguien en lugar de algo bajo algún aspecto o capacidad. Se dirige a alguien, esto es, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o quizá un signo más desarrollado. Ese signo creado es al que llamo interpretante del primer signo. Este signo está en lugar de algo, su objeto. Está en lugar de algo no en todos sus aspectos, sino sólo en relación con alguna idea a la que a veces he llamado la base (ground) del representamen» (CP 2.228, c.1897).
2) El objeto es aquello por lo que está el signo, aquello que representa.
3) El interpretante es el signo equivalente o más desarrollado que el signo original, causado por ese signo original en la mente de quien lo interpreta. Se trata del elemento distintivo y original en la explicación de la significación por parte de Peirce y juega un papel central en toda interpretación no reduccionista de la actividad comunicativa humana. Este tercer elemento convierte a la relación de significación en una relación triádica —frente a todo dualismo cartesiano o estructuralista post-saussureano—, pues el signo media entre el objeto y el interpretante, el interpretante relaciona el signo y el objeto, y el objeto funda la relación entre el signo y el interpretante.
Todo signo es un representamen. Representar es la operación más propia del signo, es estar en lugar del objeto «como el embajador toma el lugar de su país, lo representa en un país extranjero». Representar es «estar en una relación tal con otro que para un cierto propósito es tratado por una mente como si fuera ese otro. Así, un portavoz, un diputado, un agente, un vicario, un diagrama, un síntoma, una descripción, un concepto, un testimonio, todos ellos representan, en sus distintas maneras, algo más a las mentes que los consideran» (CP 2.273, 1901). Pensar es el principal modo de representar, e interpretar un signo es desentrañar su significado. El representamen no es la mera imagen de la cosa, la reproducción sensorial del objeto, sino que toma el lugar de la cosa en nuestro pensamiento. El signo no es solo algo que está en lugar de la cosa (que la sustituye, con la que está en relación de «equivalencia»), sino que es algo mediante cuyo conocimiento conocemos algo más. Al conocer el signo inferimos lo que significa. El representamen amplía así nuestra comprensión, de forma que el proceso de significación o semiosis llega a convertirse en el tiempo en un proceso ilimitado de inferencias. Por ello los signos no se definen sólo porque sustituyan a las cosas, sino porque funcionan realmente como instrumentos que ponen el universo al alcance de los intérpretes, pues hacen posible que pensemos también lo que no vemos ni tocamos o ni siquiera nos imaginamos.
Las personas o intérpretes son portadores de interpretantes, de interpretaciones. El signo crea algo en la mente del intérprete, y ese algo creado por el signo, ha sido creado también de una manera indirecta y relativa por el objeto del signo. En este sentido, puede decirse que la aportación capital de Peirce consiste en poner de manifiesto que, si se acepta que los procesos de significación son procesos de inferencia, ha de aceptarse también que la mayor parte de las veces, esa inferencia es de naturaleza hipotética («abductiva» en terminología de Peirce), esto es, que implica siempre una interpretación y tiene un cierto carácter de conjetura. Nuestra interpretación es siempre falible, esto es, puede ser siempre mejorada, corregida, enriquecida o rectificada.
Carta:
Ideoscopia. Consiste en la descripción de las ideas que pertenecen a la experiencia ordinaria o que surgen de alguna manera natural en conexión con la vida ordinaria, sin considerar su validez o invalidez.Primeidad. Es el modo de ser de aquello que es como es positivamente y sin referencia a ninguna otra cosa. Son cualidades de sentimiento, o meras apariencias. Posibilidad cualitativa peculiar con independencia.
Segundidad. Es el modo de ser de aquello que es como es con respecto a una segunda cosa pero con independencia de toda tercera. Es la experiencia del esfuerzo, prescindida de la idea de un propósito la experiencia del esfuerzo no existe sin la experiencia de la resistencia. El esfuerzo sólo es esfuerzo en virtud de oponerse a otra cosa. Tiene una consciencia de dos caras, de un ego y un no-ego. Esa consciencia de la acción de un nuevo sentimiento al aniquilar el antiguo sentimiento es lo que se conoce como experiencia.
Idea mellonizada. Cuando pasamos de la idea de un evento a decir que nunca ocurrio, o que ocurrirá es una repetición infinita (a punto de ser, hacer o padecer).
Idea Parelélythose. Cuando concibo un hecho como ejerciendo una acción, pero incapaz de padecer una acción (pasado).
Idea Parelélyhosné. Modo de ser que consiste en dicha acción.
Relaciones diádicas. Relación entre líder y el seguidor.
Referido. Intrínsecamente una posibilidad, una cualidad.
Rerelato. Si por su propia naturaleza es un existente.
Su primero. El segundo es divisible con respecto a su primero dinámico.
Su primero dinámico. Segundo que está determinado en virtud de su propia naturaleza intrínseca, o bien con virtud de una relación real con ese segundo (acción).
Terceridad. Es el modo de ser de aquello que es como es: en la medida en que pone en mutua relación a una segunda cosa con una tercera.
Signo. Es un objeto que por un lado está en relación con su objeto y por el otro como un interpretante, de tal modo que pone al interpretante en una relación con el objeto que se corresponde con su propia relación con el objeto.
Objeto. Tal y como está representado y en sí mismo.
Cualisigno. Un signo es de la naturaleza de una apariencia.
Sinsigno. Es un objeto individual o un acontecimiento.
Legisisno. Es de la naturaleza de un tipo general.
Cualisigno. No tiene identidad. Es la mera cualidad de una aparición y no es exactamente la misma la segunda vez que aparece. En lugar de identidad tiene un gran parecido.
Icono. Signo que está determinado por su objeto dinámico en virtud de su propia naturaleza interna: -cualisigno, visión, sentimiento, -sinsigno, diagrama individual
Índice. Signo determinado por su objeto dinámico en virtud de estar en una relación real con éste: -legisigno, nombre propio
Símbolo. Signo que este determinado por su objeto dinámico sólo en virtud de que será interpretada de esa manera.
Proposición. Es un símbolo dicente. Un dicente no es una aserción, sino un signo susceptible de ser aseverado.
Argumento. Un signo que está representado en su interpretante significado, no como un signo del interpretante (conclusión) sino como si fuera un signo del interpretante o tal vez como si fuera un signo del estado del universo al que se refiere, en el que las premisas se dan por supuestas.
Ideoscopia. Consiste en la descripción de las ideas que pertenecen a la experiencia ordinaria o que surgen de alguna manera natural en conexión con la vida ordinaria, sin considerar su validez o invalidez.Primeidad. Es el modo de ser de aquello que es como es positivamente y sin referencia a ninguna otra cosa. Son cualidades de sentimiento, o meras apariencias. Posibilidad cualitativa peculiar con independencia.
Segundidad. Es el modo de ser de aquello que es como es con respecto a una segunda cosa pero con independencia de toda tercera. Es la experiencia del esfuerzo, prescindida de la idea de un propósito la experiencia del esfuerzo no existe sin la experiencia de la resistencia. El esfuerzo sólo es esfuerzo en virtud de oponerse a otra cosa. Tiene una consciencia de dos caras, de un ego y un no-ego. Esa consciencia de la acción de un nuevo sentimiento al aniquilar el antiguo sentimiento es lo que se conoce como experiencia.
Idea mellonizada. Cuando pasamos de la idea de un evento a decir que nunca ocurrio, o que ocurrirá es una repetición infinita (a punto de ser, hacer o padecer).
Idea Parelélythose. Cuando concibo un hecho como ejerciendo una acción, pero incapaz de padecer una acción (pasado).
Idea Parelélyhosné. Modo de ser que consiste en dicha acción.
Relaciones diádicas. Relación entre líder y el seguidor.
Referido. Intrínsecamente una posibilidad, una cualidad.
Rerelato. Si por su propia naturaleza es un existente.
Su primero. El segundo es divisible con respecto a su primero dinámico.
Su primero dinámico. Segundo que está determinado en virtud de su propia naturaleza intrínseca, o bien con virtud de una relación real con ese segundo (acción).
Terceridad. Es el modo de ser de aquello que es como es: en la medida en que pone en mutua relación a una segunda cosa con una tercera.
Signo. Es un objeto que por un lado está en relación con su objeto y por el otro como un interpretante, de tal modo que pone al interpretante en una relación con el objeto que se corresponde con su propia relación con el objeto.
Objeto. Tal y como está representado y en sí mismo.
Cualisigno. Un signo es de la naturaleza de una apariencia.
Sinsigno. Es un objeto individual o un acontecimiento.
Legisisno. Es de la naturaleza de un tipo general.
Cualisigno. No tiene identidad. Es la mera cualidad de una aparición y no es exactamente la misma la segunda vez que aparece. En lugar de identidad tiene un gran parecido.
Icono. Signo que está determinado por su objeto dinámico en virtud de su propia naturaleza interna: -cualisigno, visión, sentimiento, -sinsigno, diagrama individual
Índice. Signo determinado por su objeto dinámico en virtud de estar en una relación real con éste: -legisigno, nombre propio
Símbolo. Signo que este determinado por su objeto dinámico sólo en virtud de que será interpretada de esa manera.
Proposición. Es un símbolo dicente. Un dicente no es una aserción, sino un signo susceptible de ser aseverado.
Argumento. Un signo que está representado en su interpretante significado, no como un signo del interpretante (conclusión) sino como si fuera un signo del interpretante o tal vez como si fuera un signo del estado del universo al que se refiere, en el que las premisas se dan por supuestas.